La acupuntura tradicional es “un buen ser” pero tiene “poco saber”, tiene mucho fondo filosófico y poca ciencia, de ahí que haya contado con el rechazo sistemático de los medios científicos occidentales. Solamente cuando la Acupuntura ha desarrollado sus principios a través de las biociencias se ha podido introducir en los espacios académicos universitarios.
La acupuntura bioenergética que es la ciencia que estudia el efecto biológico de la energía sobre las reacciones bioquímicas implicadas en todo proceso vital convirtiéndose en el cuerpo doctrinal que permite interpretar la antigua y sabia tradición oriental con la ciencia moderna que fundamenta los aspectos básicos de la medicina occidental.
Esta “alianza de civilizaciones” permite crear una nueva medicina integrativa donde se contemplan otros aspectos diferentes de los meramente biofísicos o bioquímicos, alcanzándose un escalón más en el complejo análisis de la enfermedad. En muchas ocasiones está tiene, como causa etiológica, aspectos energéticos, como pueden ser, los emocionales, medioambientales, climatológicos, etc. Ello redunda en beneficio de unas mejores posibilidades diagnósticas, reduciendo el empleo del manido término idiopático y mejorando el aspecto preventivo.
No hay química sin energía, para que se produzca un enlace químico se necesita un aporte determinado de energía (interacciones energo-químicas) lo que permite manifestar: «Buena energía produce buena química, mala energía produce mala química». Sobre este principio se desarrolla toda la medicina tradicional china, cuyo fin es la regulación y armonización tanto de los flujos energéticos internos (agujas, moxas, masaje, fitoterapia, dietética, respiración, etc.), como los externos (Tui-Na, Geotelurismo, Qi-gong, Tai-Chí, etc.)